TESTIMONIOS DE CUIDADO

El encontrar sentido en el cuidado de una persona, es tener un estado interno de satisfacción aún mas allá de nuestras frustraciones y cuestionamientos, nos enseña a amar y a aceptar a

nuestros seres queridos con todas sus limitaciones. Doy gracias a mis padres que me

permitieron estar con ellos en sus últimos años de vida, dejarse cuidar y acompañar respetando sus propias historias, vivencias y deseos.

Aprendí que debo amarme y cuidarme sobre todas las cosas aun que muchas veces lo olvidamos, sin embargo el amor lo puede todo.

Ximena

Desde hace dos años me he dedicado más activamente al cuidado de mis padres. Tuve la suerte de poder estar con mi padre en sus últimos meses de vida cuidándolo con dedicación y amor. He descubierto un mundo nuevo de acompañamiento y atención.

Cuido a mi Mami desde hace muchos años, siempre hemos sido muy unidas, mi madre hoy tiene casi 90 años, su independencia ha ido disminuyendo paulatinamente. Ahora cuido de su baño, vestido, comida, estoy pendiente de su saturación, oxigenación y actividades diferentes para que se distraiga. No me gusta admitir que estoy muy cansada y que no hago muchas cosas que quisiera hacer de mi vida. Mis hermanos me han motivado a que busque ayuda externa y me ha costado mucho. Desde el mes pasado tengo ayuda y estoy un poco más tranquila, sin embargo, hay días que me siento incomprendida y ni siquiera sé por qué. Pienso que he dejado de lado mi pasión que es el arte, estoy tan pendiente de mi madre que no tengo cabeza para crear. Otros días soy tan feliz y honrada de esta labor porque río con ella, compartimos tanto y me digo que el arte de amarla es mi arte. ¡Ya vendrá el momento para pintar!

Cecilia

CUIDANDO AL CUIDADOR

Durante los años que he acompañado a los cuidadores he oído repetidas veces “no soy

cuidador/a, me tocó cuidar”. Pensamos que nuestra libertad se evapora y nace la obligación de hacerlo, pero en realidad somos cada uno de nosotros los que elegimos cuidar a alguien aunque no veamos otras posibilidades en ese momento.

Cuidar a alguien es asumir una responsabilidad muy grande que muchas veces nos borra como personas y aprendemos sin casi darnos cuenta que cuidar es posponer nuestra vida. Cuidar también significa pausar o relegar a nuestra familia, amigos, carrera y sueños. La realidad es que los minutos, horas y días no los vamos a recuperar nunca.

Pero cuidar también significa un aprendizaje personal profundo, en todos los sentidos y formas. Nuestro cuerpo desarrolla una fuerza que no conocíamos y que con el pasar del tiempo siente un cansancio que apaga nuestras alarmas del propio cuidado, hasta que agotados muchas veces enfermos, el cuerpo nos obliga a detenernos y es en ese momento que entramos en consciencia todo lo que dejamos casi sin darnos cuenta, ¡nuestra propia salud!. De la misma manera nuestros pensamientos, emociones y sentimientos sometidos a la exigencia del cuidado se caotizan hasta aislarnos de la verdadera motivación del cuidar, quedándonos con imágenes borrosas que no responden al ¿para qué cuido?.

Aprendemos a descubrir nuestros límites con enojo al principio y luego con humildad, la

paciencia se pone al límite para luego descansar en la serenidad. En el cuidado hay una riqueza inigualable, un crecimiento exponencial casi en silencio de nuestro ser, un despertar a la gratitud, la resiliencia y sobre todo del amor en su mayor expresión el ágape (amor incondicional), su fuerza es tan potente que trasciende nuestras realidad a un plano intangible de nuestro ser.